Sam Altman destaca por su ritmo frenético, aunque no sabe salir bien de los sitios. Desarrolló una aplicación denominada Loopt donde un grupo de directivos pidió dos veces al consejo de administración que lo cesara como CEO, sin embargo, el respaldo de los inversores abortó ambos conatos y Altman permaneció hasta su venta en 2012. OpenAI nació como una fundación que desarrollaría la IA de una forma segura y beneficiosa para la humanidad. Pero creció mucho más rápido de lo que se esperaba, esto provocó caídas de los servidores por la cantidad de usuarios, y que la plantilla sufriera crisis nerviosas. Es posible que Altman se haya rendido a la vanidad de pasar a la historia como el hombre que dio el impulso definitivo a la inteligencia artificial.