La decisión de que Sam Altman se reincorpore a OpenAI ha tenido que ver en gran parte con el dinero. Esta crisis ha mostrado que había problemas de gobernanza importantes. En un principio la idea era crear un laboratorio de inteligencia artificial sin ánimo de lucro para evitar el monopolio por parte de Google. Tal y como advierten en la web de OpenAI, invertir en ella es una apuesta “de alto riesgo”; los inversores pueden perder todo el dinero sin lograr ningún retorno. El consejo de administración de OpenAI era disfuncional y estaba reducido a seis, de los que tres eran empleados y fundadores. La desconfianza se había instalado en el órgano de gobierno, la empresa acusó a Altman de no haber sido sincero o franco.