La Universidad Carnegie Mellon de Estados Unidos junto con la startup IA Hugging Face han llevado a cabo un estudio en el que se mide el impacto ambiental que genera el uso de la Inteligencia Artificial; se mide tanto la energía consumida como las emisiones de carbono así como el agua necesaria para enfriar los servidores. Para realizar este estudio ejecutaron 10 tareas comunes, mil indicaciones por cada tarea y utilizaron 88 modelos diferentes. La tarea que más recursos requiere es la creación de imágenes, y los modelos generativos, como ChatGPT o Bard, consumen mucha más energía porque intentan hacer muchas cosas a la vez: generar, clasificar y resumir texto, en lugar de una sola tarea.