La Inteligencia Artificial puede determinar el progreso de la economía global, especialmente en las áreas relacionadas con el mercado laboral. Los beneficios y riesgos de utilizar esta tecnología se comprobarán antes en los mercados desarrollados que en los mercados emergentes o en desarrollo. La desigualdad de los ingresos laborales puede aumentar si la complementariedad entre la IA y los trabajadores de altos ingresos es fuerte, mientras que los rendimientos del capital aumentarán la desigualdad de la riqueza. En este panorama en evolución, las economías avanzadas y los mercados emergentes más desarrollados deben centrarse en mejorar los marcos regulatorios y apoyar la reasignación de mano de obra, salvaguardando al mismo tiempo a los afectados negativamente. Las economías de mercados emergentes y en desarrollo deberían priorizar el desarrollo de infraestructura digital y habilidades digitales.